Sin almohada

«Las zorras tienen guarida,
y las aves del cielo, nidos;
pero el Hijo del hombre
no tiene donde reclinar la cabeza».
Mateo 8,20.

       Este texto es la respuesta de Jesús a un escriba que le dijo: «Maestro, te seguiré a donde quiera que vayas». Jesús no rechaza el impulso generoso de ese hombre, pero le advierte cuál es el camino y lo que puede esperar.
       Si buscas fama, honor, riquezas, poder...¡estás equivocado! Jesús no hace promoción vocacional, poniendo en barato su seguimiento.
       Al contrario, parece que exige demasiado: servir, la cruz, ser niño, ser último, optar por Dios o por el dinero, ser frío o caliente, persecuciones, conflictos.
       Espera respuesta total e incondicionada, No acepta juegos de compra-venta, ni ofrece seguros de vida o de tranquilidad.
       Pero no carguemos las tintas, hasta hacer del seguimiento de Jesús, un valle de lágrimas, o un programa para jugar a ser víctimas y lamentarnos toda la vida.
       El seguimiento a la persona y al proyecto de Jesús, no es un camino hacia la tristeza o muerte, sino a la vida; no es pobreza, sino bienes compartidos; no es pérdida, sino ganancia.
       No es invitación a la soledad, ni renuncia a la fraternidad-comunidad (cf. 1 Jn 3,14: «Sabemos que hemos sido trasladados de la muerte a la vida, en que amamos a los hermanos»).
       Al contrario, el seguimiento representa un tipo, una figura (imperfecta) de la plena comunión con Dios y con los hombres.
       Jesús pide una disposición firme y decidida para liberarse de toda clase de ataduras, para llegar a un estilo de vida libre, capaz de compartir (¡y disfrutar!) su misión.

Tomado de:
Daniel R. Landgrave G.
palabras sobre la Palabra

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