Manso, no menso


«Los hijos de este mundo
son más sagaces con los de su clase
que los hijos de la luz.»
Lucas 16,18

       Esta frase sobre la astucia de los hijos de este mundo, es la conclusión de la parábola del administrador infiel, astuto, sagaz, el cual, al saber que lo iban a despedir, consigue, con nuevas trampas, ha-cerse de amigos que le ayudarán cuando quede sin trabajo.
       Por supuesto que, el texto evangélico, no se alaban esas corrupciones, pero se subrayan la inteligencia y la actitud despierta de este malvado, para la consecución de sus objetivos.
       Y viene una comparación crítica con las actitudes de los hijos de la luz («los buenos»), los cuales ¡salen perdiendo!

       Jesús nos llama a ser mansos, no mensos.
  • Ser humilde, no significa ser agachones, mediocres o pusilánimes.
  • Amar no significa cerrar los ojos a la realidad, a los problemas y sus causas.
  • Buscar la paz no quiere decir que tengamos miedo a los conflictos que suscita la lucha por la justicia.
  • Orar no es dejar los problemas personales y de la Historia, en manos mágicas de Dios, y quedarnos con los brazos cruzados, esperando milagros del cielo.
  • La fe no es una actitud de cerrar los ojos y la inteligencia, para asentir todo lo que nos digan «los de arriba».
«Sean astutos como serpientes y sencillos como palomas.» (Mateo 10,16)

       Dios nos ha dado una inteligencia (mayor o menos, más cultivada o menos; de una clase o de otra), para que aprendamos a ser críticos (sagaces) y discernir las presencias y ausencias del Reino, en espacios personales, sociales y eclesiales.

Ser críticos nos enseña a ser libre, a ser más nosotros mismos. Esta astucia no está reñida con el amor, ¡sino todo lo contrario!

Tomado de:
Daniel R. Landgrave G.
palabras sobre la Palabra

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