Santos martires dinereros

Jesús dijo:
Miren, guárdense de toda codicia,
porque,
aun en la abundancia,
la vida de uno
no está asegurada por sus bienes
.

       La codicia es el afán inmoderado de dinero o bienes. En este texto, Jesús pone en guardia contra esta actitud, que más adelante en la parábola del rico tonto, viene calificada como necia (compra seguridades, menos las principales).
El dinero, o sus equivalentes, se convierten en un dios: Se vive para él, se sufre por él, se desea y,
Cuando se tiene, uno quiere más; ante el dios Dinero, es preciso hacer sacrificios y pensar constantemente en él; muchas veces, se vive y se muere por el Dinero.

       ¡Existen Mártires, que han muerto por el Dinero! Y hay millones de santos dinereros, que han gastado sus energías y afectos, con tal de conseguir una comunión perfecta con Él.
Jesús afirmó: No pueden servir a dos amos: a Dios y a Mammón (dios de la riqueza). El cristiano tiene que optar por uno de estos Dioses. El rico ó el obsesionado por serlo son esclavos, no pueden amar; ven en el otro, especialmente en los pobres, una amenaza o una incomodidad, para su estilo de vida.


       Este afán de riqueza sofoca la Palabra (cf. Mc 4,19). El rico tiene que inventar un Dios a su medida, para que no lo moleste con temas como caridad, compartir, pobres, justicia, etc. Aprende a maquillar el rostro de Dios (¡y encuentra muchos maquilladores en diversas Iglesias y Religiones!).
Jesús no satanizó el dinero, sino que le dio un sentido preciso: usarlo para el bien de la comunidad, aliviar las necesidades de los pobres, crear condiciones mejores para todos.
Y, bueno, ¡no hace falta que seamos millonarios, para aplicarnos este texto!

Tomado de:
Daniel R. Landgrave G.
Semillas de Mostaza
Pág. 47-48


*Imágenes adquiridas de la red y del libro:"Un Cabrón a Toda Madre".

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